En tiempos de tecnología, que no significa desarrollo humano y humanista, cuesta imaginar algunos hechos básicos de tiempos pasados y que, afortunadamente, sobreviven en el presente.
La wajibaka, curiara Warao, ha surcado los ríos y caños por siglos, tal vez, milenios.
Luego de nacer de un tronco de árbol y de las manos del artesano -constructor (Moyotu), la curiara transporta personas, alimentos, lleva a cazadores y recolectores a sus faenas de una forma silenciosa y absolutamente amigable con el ecosistema.
El silencio de estos espacios es atesorado por el Warao.
Su habitar silencioso, su transitar en las curiaras, un ir sublime a través de caños y ríos, los convierte en seres que se parecen al viento.
Después de morir y casi en la misma forma en la que viven, el Warao se transforms en Hebu (hebu, "algo como el viento").
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