martes, 28 de junio de 2016

Una jornada, de corte minimalista, en el caso de este proyecto tiene varios objetivos.

El primero es abandonar a voluntad mi zona de confort e ir con tan solo lo necesario para sobrevivir ( sin tener que pasar penurias). Las zonas de confort son en mi opinión zonas de "muerte", hábitos ( acciones o pensamientos) que no nos revisten un reto y en las cuales nos sentimos muy cómodos y seguros. 

Cuando salgo a estos ríos, duermo en hamaca, sobre el suelo, cuando tengo que filtrar o no el agua que beberé o con la cual cocinaré, hay en mi otra clase de energía.
Ir ligero, ir de forma autosuficiente pero sin excesos de confort. Eso lo dejo, tal vez, para mi vida citadina.


Una de las piezas que más valoro. Me permite protegerme de la plaga, escribir y dormir con seguridad. Suelo levantarme de noche o dormirme tarde, asi que estoy descalzo pero protegido de la presencia de posibles animales ponzoñosos. Mare C.A. es fabricante de estas invalorables piezas.


Compartiendo con los Warao debido a que suspendí mi travesía.


El segundo objetivo es vivenciar lo más fielmente posible la forma de vida de las etnias indígenas que habitan estos territorios. Los Waraos han estado en el delta por más de 7 mil años. Se han adaptado a este medio que ciertamente no es fácil. Y cuando uno llega a un Honoko, vivienda warao, nos percatamos que no son acumuladores de cosas. Solo tienen lo necesario y llevan una vida muy utilitaria en cuanto a posesiones se refiere: solo tienen lo que les sirve.

Y es un reto prepararse de forma minimalista para estas salidas. 

Todavía persiste en mi la tendencia a llevar ciertas cosas previendo una eventual situación en la cual la "necesitaré". 

Llevando lo básico y estrictamente necesario, uno puede solventar cualquier situación. Solo debemos ir ligeros, no solo en el equipo, sino en lo mental para así fluir y vivir el aquí y el ahora, sea como sea que se nos presente.

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