domingo, 13 de marzo de 2016

Anoche dormí poco. Pensar me mantuvo despierto por largas horas.


Personalmente guardo un profundo respeto por aquellas personas que realizan expediciones de envergadura en solitario.

En los últimos años he leído y reflexionado la información sobre algunas de estas personas: Don Starkell, Oskar Speck, Sandy Robson, Christian Bodegren, Dale Sanders, Steve Posseltz, recientemente Marcin Gienieczko y varios otros.

Lo que me atrae no es la dimensión de sus expediciones en si misma, sino el aspecto mental y espiritual de ellos: irse por largos períodos de tiempo, a lugares inhóspitos y contando solo con sus conocimientos y su voluntad.

Su mente totalmente sincronizada con la acción y palada a palada avanzar sobre recorridos que a veces son inverosímiles.

Deseo detenerme un poco en algunas consideraciones y, además, deseo contextualizarlas en el tiempo y en el espacio que me toca vivir.
La queja.

La queja está a la orden del día, a cada minuto, en cada esquina, en cada reunión. Si, acepto que las cosas que como nación vivimos no son de las más agradables ni de las más coherentes, más lo que no entiendo es esa actitud de derrota, ese perder la capacidad de soñar, ese culto a la queja. Al final del camino, somos parte del problema y solo nosotros podemos mejorar la situación.

Muchas veces al comentar mi idea, les confieso que no me gusta la palabra “proyecto”, me encontré con algunas opiniones muy características de los ladrones de sueños.
Con la queja no se va a ningún lado y, personalmente creo, que sumergirse en un modo de vivir donde nada lo vemos positivo, donde la queja es un vicio, donde no sentimos esas ganas de soñar y de hacer, termina por minar nuestras defensas orgánicas y espirituales con consecuencias no muy agradables del todo.

Entonces, parte de esos requisitos básicos, infaltables, es el mantener la buena vibra, la esperanza o como deseen llamarlo: estar positivos, así lo veo, siempre positivos y entender que por cada problema o dificultad que se nos presenta, el universo nos coloca  el doble de oportunidades para solventarlos y crecer.

Voluntad.
En este caso, les confieso, creo que toda esta preparación ha sido fuerte, dura, llena de tropiezos, de ires y venires. Por momentos piensas en abandonar la idea, pero al rato sientes eso que te hace latir el corazón de manera desbocada y vuelves al camino. Cuando todo alrededor parece confuso y adverso, la voluntad de persistir, es algo invalorable y como dijera Kippling: “persistid es la orden”
Creer.

Creer que se puede, creer que uno puede. Aunque no será un paseo al parque creer que, por sobre todo, se conseguirá hacer realidad esa idea.
Muchos me dicen “ten fe”. Pero entiendo la Fe como el pensar, el sentir y el accionar de forma armónica. Esa coherencia, esa integración entre sentimiento, pensamiento y acción se convierten en una mágica herramienta que abre caminos.
Preparación.

Años atrás yo me hubiese embarcado en sádicas jornadas de entrenamiento. Lo hice muchas veces.

Pero lo más importante en este momento es lo mental y lo espiritual.
He estado ya en estos ríos, la diferencia es que ahora tengo más edad, ya la fortaleza física no es la misma. Otra diferencia es que voy solo, estaré solo. Y, además, debo remar, es decir trasladarme por mi mismo desde el punto A hasta el punto B.

Cuando estos expedicionarios, varios han sido nombrados al comienzo, están en sus jornadas me fascina  su capacidad para mantener el foco sin importar que tan buenas o no tan buenas sean las condiciones generales que les rodea.
Se que lo mental y lo espiritual, serán de suma importancia en este recorrido y en ese sentido me preparo.

Es como escalar un Bloque, lo intentas te caes, regresas, te caes, corriges, te caes, avanzas, te caes hasta que resuelves el asunto. Por eso siempre hice la analogía entre este tipo de escalada y los Mondos zen.

Siento que los días de remar serán sumamente interesantes y sin embargo creo que desde que escribí la primera línea sobre esta idea se generó un proceso de maduración y crecimiento que dará sus frutos en su momento justo y que forma parte de un camino que he estado transitando por 56 años.

Finalmente, insisto en esto, esta iniciativa se basa en el minimalismo por lo que no es la cantidad de recursos y equipos la variable que más importa sino el llevar lo necesario y hacer un eficiente uso de esto.


Ya estoy en cuenta regresiva y ciertamente hace falta algo de recursos, pero todo irá bien.

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